miércoles, 17 de noviembre de 2010

Acontece

Hay un samba del año 1974, triste como si fuera tango, pero con esa cadencia única del samba. Se llama Acontece.

No viene al caso ahora esa letra, aunque quizás para el final decida agregarla. Y no viene al caso porque no estoy pensando más que en su título. Acontece. Sucede, diría yo más familiarmente.

Aunque entre suceso y acontecimiento sabemos que hay intersticios lingüísticos que se nos interponen. Para el caso, diría Minguito, sé igual...

El fin de semana aconteció un suceso. O sucedió un acontecimiento. Una enorme cantidad de energía que solamente puede fluir entre miles y elevarse más allá del uno más uno. (Puta, tantas veces repetir que entre dos lo que sucede es siempre una terceridad).

Rotó mi energía, cambió, sucedieron cosas que solamente pudieron suceder en esa situación. Las condiciones de emergencia del recambio de energía. Ja, cuanta parafla para explicar lo que no tiene aparente explicación.

La cosa es, no me gustan las multitudes, si, ya sé que eso podría poner en riesgo mi auto-denominado peronismo, pero es así, no me gustan, la gente se aprisiona y yo me ahogo, la gente se empuja y yo creo que voy a romperme una pierna. No crean que es algo racional o lógico, pero tampoco llego a fóbica (ni para eso). No me gustan las multitudes y estudié sociología. Bueno, no lo estudié para meterme en el medio de manifestaciones y recitales todo el tiempo, ¿no?. El asunto es, con esa condición, sobreponiéndome a ese detalle no menor y del brazo de Vale, que por si acaso me agarraba -noseacosaquemeataque- estuve enteramente poseída por la masa heterogénea y hermosa que colmó el hipódromo de Tandil el sábado.

Mucho se ha escrito hasta hoy de ese día -y fue hace un rato, me parece-, algunas cosas más emotivas, otras, casi diatribas panfletarias, algunas con más preguntas que respuestas, pero cada uno hace su propio proceso, ¿no?. Y en eso estaba pensando, en cómo algo para lo cual tenemos adjetivos en común -increíble, supremo, magnífico, inexplicable-; puede resultar tan personal, tan modificador de estas subjetividades puestas ahí, sobre la mesa.

Leí a Fer y a la recapitulación temporal que le generó este acontecimiento. Escuché a Luis y leí también su pedacito de cúmulo de sensaciones. Vibré con Vale y supe en qué pensaba antes de escucharla. Mariano sigue temblando de emociones aún.

Y a mí, me rotó la energía, me movió de lugar, tuve que saltar en Jijiji. (Tuve suena a esfuerzo, no lo fue). Ya no somos los mismos, siempre Heráclito y su río, pero esta vez más claramente, más cálidamente.

No tengo más que decir por ahora, simplemente, que algunas veces acontece. Y voy a dejar la letra y el video por si a alguien le dio un poco de curiosidad...

Esquece o nosso amor, vê se esquece.
Porque tudo no mundo acontece
E acontece que eu já não sei mais amar.
Vai chorar, vai sofrer, e você não merece,
Mas isso acontece.
Acontece que o meu coração ficou frio
E o nosso ninho de amor está vazio.
Se eu ainda pudesse fingir que te amo,
Ah, se eu pudesse
Mas não quero, não devo fazê-lo,
Isso não acontece.

(Olvida nuestro amor, ve, olvida,
porque todo en el mundo acontece,
y acontece que yo ya no sé más amar.
Vas a llorar, vas a sufrir, y no lo merecés,
pero eso acontece.
Acontece que mi corazón se quedó frío,
y que nuestro nido de amor está vac{io.
Si todavía pudiera fingir que te amo,
ay, si pudiese,
pero no quiero, no debo hacerlo.
Eso no acontece)

1 comentario:

  1. Bienvenida compañera!!! Ver a los Redondos (en este caso al Indio) fue desde siempre una experiencia mística. Un acontecimiento, como dice Usted.
    Un acontecimiento trascendental que te acompaña siempre.
    A ver cuando invitas a comer, che!

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