viernes, 17 de diciembre de 2010

Amigas


Soñamos juntas tantas veces.
Construimos miles de amores,
jugamos a ser mujeres locas,
mujeres enamoradas, mujeres independientes.
Mujeres gritonas, mujeres mudas.

Escribimos versitos tantas veces,
escribimos paredes, papeles, maderas, árboles.
Inventamos mil mundos.
Conjugamos todos los verbos.
Fuimos reinas, princesas, esclavas,
plebeyas, bailarinas, comediantes.

Hicimos un castillo, y luego otro,
y otro, una casa, una selva,una playa,
un río con cascadas, una montaña y un lago.

Hicimos nubes con formas de corazones,
corazones nublados,
teléfonos descompuestos.
Ensayamos discusiones, poemas, canciones.
Ensayamos la vida y las pasiones.
Ensayamos la música de nuestros pensamientos.

Nos miramos y sabemos,
cuando abrazar, cuando caminar por el costado.

Las voces quieren resonar de lejos ahora,
la vida perpleja nos cambia al instante
nos mueve, nos muda, nos troca sin culpa.

Florcita, te extraño tanto, tanto.
María, tanto te voy a extrañar.

Parece que a esto le faltara el final, y eso es exactamente lo que sucede...
todo aún está por continuar... las quiero infinitamente.

viernes, 10 de diciembre de 2010

La cena


Una araña trepa por el tronco de un árbol frondoso y fuerte.
Piensa quizás en lo que queda por recorrer y en lo recorrido. En la tela que tendrá que hacer, en las moscas que va a atrapar.
Suspira tal vez por cansancio, o de simple aburrimiento.
Sube, con ritmo suave, pero constante. Nada la detiene, un pequeño desvío y continúa.

La mosca zumba, tonta y distraída. El calor la daño. Se choca con las plantas, no deja de volar, aunque parece planear para detener la estampida.
Siente que no piensa en nada, pero un sudor frío le baña el cuerpo. Sabe el final, lo sabe pronto y letal.
Se enfrenta al tiempo que la convoca a la inmediatez del final o al zumbido distraído y pesado del verano.

Quisiera decidir. Piensa la mosca.
Quisiera decidir. Piensa la araña.

Una delicada trampa que se extiende entre las ramas.
Un zumbido silenciado. Unas alas azuladas.
La cena es inevitable.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Dulzuras


Una mujer atrás de un vidrio empañado
(L. Prodan)

Paredes altas hasta las pestañas.

Falsas alarmas de terremotos,
miedos que fluyen por la sangre,
recuerdos inventados de huracanes silenciosos.

Pero sin pico y sin pala,
los ladrillos vuelven a la tierra.
Sin sismos, sin derrumbes,
sin espasmos.

Se deshace la tierra horneada
en la tibieza de un abrazo,
el polvo otra vez volátil,
en una mano que aprieta,
(cariñito, cariñito, abrazame, tengo frío.)

Torres de papel maché
pintadas con témperas de aire azul.
Sonrisas de pelo al viento,
lágrimitas redondas que riegan la tierra.

Corazoncitos de alambres rojos,
cortezas de otras alamedas,
sedas en gusanos atigrados,
trenzas en trenes infinitos.
(Hasta el infinito y más allá)

Una pared,
un huracán de mentira,
un abrazo pegoteado.

Polvo de ladrillos,
dibujos de letras gordas,
sueños que se velan con sonrisas.

Dulzurita, abrazame, que no hay vientos ya...