lunes, 19 de septiembre de 2011

Proserpina


Proserpina fue hija de Ceres y Júpiter; una diosa encantadora, raptada -para hacerla su esposa- por Plutón. Ceres la buscó por todos lados, pero no pudo hallarla, entonces, Júpiter, preocupado, mandó a Mercurio para que Plutón liberase a su hija. 
Plutón obedeció, pero antes de dejar a Proserpina partir, le dio de comer seis semillas de granada, que simbolizaban la fidelidad en el matrimonio. De éste modo, ella tendría que vivir seis meses al año con él, y el resto con su madre. 
Ésta es pues la razón de la primavera: cuando Proserpina vuelve con su madre, Ceres decora la tierra con flores de bienvenida... hasta el otoño, en que Proserpina vuelve al Hades y todo vuelve a perder color...

Estemos prontos para recibir a la linda Proserpina que está llegando. Y, como corresponde, dejo la maravillosa canción de Spinetta...



Dame una palabra...
y yo te daré dos,
¡oh bailarina!
Y mírate microbio...
en el haz de luz,
de Proserpina...
Y es que tu amor es un arco dorado...
tu amor es un círculo mágico...
tu amor es un eco de luz...
y ¿ cómo ajustarlo a tu vida...
una vez más ?
Solo la esperanza,
guía la verdad...
uh mediodía...
Cuida de mis alas,
en la ingratitud...
oh, Proserpina...
Y es que tu amor es un arco dorado,
tu amor es un río divino...
tu amor como un árbol de luz...
y ¿ cómo ajustarlo a tu vida...
una vez más ?
Una caja fuerte,
y un viejo reloj,
ya no me sirven...
Quiero tus tesoros,
ya, hermosa flor...
Oh, Proserpina...!
Y es que tu amor es un arco dorado...
tu amor es un círculo mágico...
tu amor es un eco de luz...
y ¿ cómo ajustarlo a tu vida...
una vez más?





sábado, 3 de septiembre de 2011

Tú me quieres blanca - Alfonsina Storni



Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.

Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
-Dios te lo perdone-,
me pretendes casta
-Dios te lo perdone-,
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua.

Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre:
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

Alfonsina Storni

jueves, 1 de septiembre de 2011

Oda a la vida



La noche entera
con un hacha
me ha golpeado el dolor,
pero el sueño
pasó lavando como un agua oscura
piedras ensangrentadas.
Hoy de nuevo estoy vivo.
De nuevo
te levanto,
vida,
sobre mis hombros.

Oh vida, copa clara,
de pronto
te llenas
de agua sucia,
de vino muerto,
de agonía, de pérdidas,
de sobrecogedoras telarañas,
y muchos creen
que ese color de infierno
guardarás para siempre.

No es cierto.

Pasa una noche lenta,
pasa un solo minuto
y todo cambia.
Se llena
de transparencia
la copa de la vida.
El trabajo espacioso
nos espera.
De un solo golpe nacen las palomas.
Se establece la luz sobre la tierra.

Vida, los pobres
poetas
te creyeron amarga,
no salieron contigo
de la cama
con el viento del mundo.

Recibieron los golpes
sin buscarte,
se barrenaron
un agujero negro
y fueron sumergiéndose
en el luto
de un pozo solitario.

No es verdad, vida,
eres
bella
como la que yo amo
y entre los senos tienes
olor a menta.

Vida,
eres
una máquina plena,
felicidad, sonido
de tormenta, ternura
de aceite delicado.

Vida,
eres como una viña:
atesoras la luz y la repartes
transformada en racimo.

El que de ti reniega
que espere
un minuto, una noche,
un año corto o largo,
que salga
de su soledad mentirosa,
que indague y luche, junte
sus manos a otras manos,
que no adopte ni halague
a la desdicha,
que la rechace dándole
forma de muro,
como a la piedra los picapedreros,
que corte la desdicha
y se haga con ella
pantalones.
La vida nos espera
a todos
los que amamos
el salvaje
olor a mar y menta
que tiene entre los senos.



Pablo Neruda