domingo, 24 de mayo de 2015

Sin otras cosas


Cambiar
ojos por ojos
otros por otros,
todos por todos,

(nadie por nadie que no es lo mismo pero es igual)

amaneceres prestados
ausencias rasguñadas
desesperadas
molidas
caídas

doliendo

ausencias sin fecha de fin
sin hasta ahí o hasta nunca.

Si-nunca
si-quizás
tal-vez-será
quién-sabe

no deja la rueda girar
o la deja
chi lo sá?
encima de los propios días

Y es que la piel no nos deja ir lejos,
y nos lleva hasta cualquier lugar
con tal de mostrarnos
cómo
cuánto
cuánto que es lo mismo.

Pero sin eso que haríamos?
Si nos llevara al lugar del nunca-saber?
Naufragar en la diferencia-distancia-disritmia.

Y,
al final es siempre amor.

No hay tesoro al final del arcoiris
hay un amor,
o dos
o tres
o cientos.

Lo que no puede es haber otra cosa.

sábado, 7 de marzo de 2015

Todavía y sin sentido, cien años después.


Mas eu também sei ser careta, de perto, ninguém é normal

Edificios que vuelan en letras de tamaños sensacionales preludian a las lluvias que caen estrepitosas. 
Inundan a invisibles suculentas, que mueren de tanto guardar lo que no puede más salir.
Agua que lava, que limpia, que moja, que cae, que sale, que sobra, que brota, que falta, que mata.
Fuego que lava el agua, antes y después de la tormenta explotar.

En horas de días sin noches el mundo de las palabras crea realidades, 
no hay oposición en el par virtual/real. 
Todo es real, o nada lo es. 
Pero no hay intermedios. 
Escribir es un modo de crear una realidad que no estaba ahí hasta que está. 
Ahora está.
Escribir es a veces también ordenar el caos ingobernable que nos gobierna.
Es decir aquello que, en caso de continuar no-dicho se haría cobra por dentro.

Escribir es una forma de decirte que te quiero, cien años después,
todavía y sin sentido.
Es una manera de extrañar y de abrazar.
Un modo de apagar los silencios vagabundos que inundan gargantas de pobres corazones.

Qué pena de los sin palabras, qué sólos están.


Prédios que voam em letras de tamanhos sensacionais prologam as chuvas que caen estrondosamente.
Alagam invisíveis suculentas, que morrem de tanto guardar o que não pode mais sair.
Agua que lava, que limpa, que molha, que cai, que sai, que sobra, que brota, que falta, que mata.
Fogo que lava a agua, antes e depois da tormenta explodir. 
Em horas de dias sem noites o mundo das palavras cria realidades,
náo existe oposição no par virtual&real.
Todo é real, ou nada o é. 
Pero não há intermédios. 
Escrever é um jeito de criar uma realidade que não estava aí até que está. 
Agora está. 
Escrever é a vezes também ordenar o caos ingovernável que nós governa. 
É disser aquilo que, no caso de continuar no dito se faría cobra por dentro.  
Escrever é um jeito de falar te quiero, cem anos depois,
ainda, e sem sentido nenhum.
É um jeito de ter saudades e de abraçar.
Um jeito de apagar os silêncios vagabundos que alagan gargantas de pobres corações.

Qué pena dos sem palavras, que sozinhos eles estam.