miércoles, 17 de diciembre de 2014

De Enrique Lihn

Alojado en una lengua extranjera como en un hotel al que justo
se llega para ocupar el más pequeño cubículo
las palabras que no llegan nunca en el momento oportuno
sino algunas horas más tarde pero sin efecto retroactivo
y nunca para evitar la decepción de una cita.
Alojado en la imagen de un pelotudo que se limita a citar con dificultad pedazos de
frases hechas
sin otra salida que su desaparición bajo una lluvia torrencial.
Este ahorro de elocuencia
no significa ninguna economía:
nunca se tiene la misma oportunidad de precisar:
está bonito el día.

De "París, situación irregular"