viernes, 14 de febrero de 2014

A qué se parece el amor

Quisiera inventar una canción de amor que no fuera desdichada ni feliz.
Una canción de amor de las que no cuentan una historia,
que fuera lo suficientemente corta para saberla de memoria,
lo suficientemente larga para contar sin describir,
para describir sin detallar,
para detallar sin decir.

Quisiera no tener palabras y que el pecho se me ahogase en una diatriba muda,
quisiera sentir el fulgor del campaneo desesperante de una carrera hacia el encuentro,
el dolor vano de los segundos de ausencia sabiendo la próxima presencia,
el perfume en el aire que anuncia la tormenta de arrebato.

Quisiera también una mirada profunda que desnude de adentro hacia afuera,
un solo de violín imaginario que solamente dos escuchen,
una copa rota en el aire seguida de carcajadas ahogadas en un beso tinto.

Quisiera una carta de papel cualquiera con letras de canciones cursis,
una foto amarilla, tirados en un lugar desconocido,
un ramo de flores, y una planta florida.

A veces quisiera recortar y pegar para armar una historia que no pueda ser contada,
de esas que de tan increíblemente bellas ya nadie quiere oír;
pero que se sabe tan linda que te deja dormir apoyando la cabeza en el pecho que te acuna.








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