sábado, 14 de diciembre de 2013

Metadivague saturnino

Las cuestiones de estilo atraviesan cada instante, no sólo del hacer y decir, incluso también del pensar.
Quiero decir, pienso en cambiar el modo de decir algunas cosas, para mudar de estilo, para cambiar las palabras que aparecen todo el tiempo en cada escrito; sin embargo, parece que hay una cuestión estructural que me impide esa modificación a simple pedido de mi deseo.
Debería pensar las cosas al revés, ponerme el sombrero-mágico-del-imaginar-distinto, incluso y creo que ese el ejercicio que todo lo mueve, empezar a cambiar los puntos de vista.
Lo que me pregunto es si esas mutaciones darán por resultado el esperado cambio de estilo, o si quedará impreso aún en el modo en el que se cambia de lugar la mirada para ver mejor. Es un poco pensar en el límite, o discutir si el límite existe como tal, si se mueve, si se traslada, es más bien querer pensar en los condicionantes de la acción, quizás.

Pienso entonces, estrategias de alternar un modo particular de escribir o pensar o sentir o ver, con algunos otros, y hoy no estoy tan segura de que se pueda hacer tan fácilmente. No digo imposible, no me malinterpreten, pero sí digo que hay límites estructurales, por suerte, porque es en esas flexibles paredes de goma eva donde también podemos recostarnos sin caernos cuando tememos pasar hacia otros lugares de oscura locura.

Suerte, que este metapensar absurdo de sábado a la mañana me dejó esta conclusión tranquilizadora y bonita para continuar alegremente mi fin de semana.

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