sábado, 4 de diciembre de 2010

Dulzuras


Una mujer atrás de un vidrio empañado
(L. Prodan)

Paredes altas hasta las pestañas.

Falsas alarmas de terremotos,
miedos que fluyen por la sangre,
recuerdos inventados de huracanes silenciosos.

Pero sin pico y sin pala,
los ladrillos vuelven a la tierra.
Sin sismos, sin derrumbes,
sin espasmos.

Se deshace la tierra horneada
en la tibieza de un abrazo,
el polvo otra vez volátil,
en una mano que aprieta,
(cariñito, cariñito, abrazame, tengo frío.)

Torres de papel maché
pintadas con témperas de aire azul.
Sonrisas de pelo al viento,
lágrimitas redondas que riegan la tierra.

Corazoncitos de alambres rojos,
cortezas de otras alamedas,
sedas en gusanos atigrados,
trenzas en trenes infinitos.
(Hasta el infinito y más allá)

Una pared,
un huracán de mentira,
un abrazo pegoteado.

Polvo de ladrillos,
dibujos de letras gordas,
sueños que se velan con sonrisas.

Dulzurita, abrazame, que no hay vientos ya...


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