¿Cómo puede ser? No tengo nada que hacer, no tengo que trabajar, ni limpiar, ni escribir, ni leer ni visitar a nadie.
No tengo que correr atrás de nada, no tengo que esperar ningún turno, no tengo que contestar ningún llamado.
No tengo que completar ningún formulario, ni pasar por el supermercado. No tengo que escribir ningún mail ni mover ningún mueble.
El ocio llena este tiempo de sábado. Pero es tan inusual, tan poco frecuente, tan armado todo siempre; que se llena el ocio de preguntas sobre qué tendré que hacer. Entonces tengo que armar un listado de cosas que no tengo que hacer. Y así el ocio desaparece y se hace obligación de nuevo.
Y ahora ya no afirmo, me pregunto: ¿no tengo nada que hacer?
Será eso la libertad?
ResponderEliminarMe gustó mucho el texto, Gre.
ResponderEliminarPascal afirmaba que el hombre le tenía un miedo profundo al ocio porque lo enfrentaba con su propia calidad de hombre, entonces por eso nos buscamos ocupaciones para no tener que pensar.
Besos.