Contame un cuento que empiece con había una vez. Que siga con un castillo lleno de princesas y un dragón que las protege.
Contame un cuento en el que el vestido se arrastre por los salones del palacio en un baile bello y díscolo.
Que las hormigas hagan cosquillas a las plantas que no se dejan intimidar, aunque las vengan a pellizcar.
Un cuento con soles de primavera, con músicas de colores, con pasteles de cumpleaños y sirenas ampulosas esperando un barco en altamar.
Quiero dormirme en el son del cuento que juega con las palabras como si fueran hilos de seda que cosen y descosen los sueños de la noche, que lazan acariciando a las estrellas que se escapan de cualquier modo.
Que haya barriletes, por favor, remontados en esa playa que escucha a las olas irrompibles del tiempo eterno.
Que las colas de los cometas se adornen de espuma y dancen también, mojando al dragón, a las hormigas, a las sirenas y dejando escapar suavemente a la princesa, que toma su vestido entre sus manos y lo lleva corriendo, mientras se esconde de los caracoles y no hace más que dormirse con el mismo había una vez.
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