La musa es una sola musa o es una serpiente de muchas cabezas.
(Carnaval de Brasil - Andrés Calamaro)
Hace muchos años, tuve un sueño entre fantástico y maravilloso, sabrá María en qué género literario colocarlo.
Dormía en una cabeza gigantesca, de extensísimos cabellos, allí permanecía enredada, mientras todo se transformaba en los finos hilos de una Medusa.
Medusa dormía también, con un rostro precioso, en un lecho de mar.
Y yo despertaba suavemente bajo ese cobijo de hermetismo esplendoroso.
Medusa también se despertaba y se levantaba, con una cadencia especial, lacónicamente. Me movía entonces, perdía un tanto el equilibrio. Giraba sobre mi eje y me prendía de un mechón de ese cabello tornasolado ya.
Volvía a acomodarme, respiraba profundo, sonreía, miraba hacia adelante y podía dormir nuevamente. Entre el abrazo de los cabellos de Medusa.
En mi sueño, dormía sobre cabellos de calma y cuidado. En la mitología Medusa petrificaba a los hombres con su mirada; no tenía cabellos sino serpientes; había sido ultrajada por Poseidón y decapitada por Perseo. Sin embargo, además, representa a aquello que aleja el mal.
¿Qué habrá, pregunto a veces, qué habrá de ese conocimiento ancestral en los sueños?
Muchas veces he intentado,con la vanidad única de los hombres, volver a soñarla.
Muchas veces he cerrado los ojos y pude sentir esa sensación de inmensidad solitaria.
Pocas veces quiero despertar de sueños como estos. Pero no hay ya medusas ni hilos dorados ni lechos de mar. Haya quizás, serpientes de muchas cabezas. Haya quizás, amuletos que alejen el mal. Sin embargo, quisiera volver a soñarte, querida Medusa...
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