miércoles, 13 de julio de 2011

Tempestades oscilantes


Vine a buscar el listado de cosas que me hacen feliz.
Lo encontré, y pensé que hoy no me hizo cosquillas salir temprano del trabajo, ni dormir la siesta, ni el sol en la cara.
Ni taparme con el acolchado gordito ni una canción.
¿Será que la tristeza lo tapa todo?
¿Para dejar de estar triste hay que saber por qué uno está triste?
¿Hay que dejar de estar triste? ¿Qué clase de absurdo embrujo hace que el trinar de los aparentes mismos pájaros dejen de ser melodías para ser ruido?
¿Qué hay de regodeo en las lágrimas propias? ¿Cuánto hay de ridículo en una sonrisa vacía?

Y son preguntas, y son respuestas, aunque no parezcan, porque parece que en todo hay un poco de nada, y aún en la nada, tiene que estar el todo. Porque no hay explicaciones a veces, pero eso es inexplicable en este razonar occidental moderno y pos-todo.

Si en la simpleza está la belleza,
si la belleza no es más que ese trinar,
que esas hojas secas,
que esos árboles desnudos,
que esas estrellas que no se ven en todos lados...

¿Son antifaces que tapan lo bello? ¿Son puntos de vista de cualquier ciego? Parecen los gritos mudos de los sueños. Y pienso en Munch... y un poco de horror, y en eso calma la tempestad... ¿cómo es posible calmar la tempestad pensando en un terremoto? Oscilantes tempestades que parecen traer olas cada vez más enérgicas...

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