En la isla a veces habitada de lo que somos, hay
noches, mañanas y madrugadas en las que no
necesitamos morir.
Entonces sabemos todo lo que fue y será.
El mundo aparece explicado definitivamente y
nos invade una gran serenidad, y se dicen las
palabras que la significan.
Levantamos un puñado de tierra y lo apretamos
entre las manos.
Con dulzura.
Ahí se encierra toda la verdad soportable: el
contorno, el deseo y los límites.
Podemos decir entonces que somos libres, con la
paz y la sonrisa de quien se reconoce y viajó
infatigable alrededor del mundo, porque
mordió el alma hasta sus huesos.
Liberemos lentamente la tierra donde ocurren
milagros como el agua, la piedra y la raíz.
Cada uno de nosotros es de momento la vida.
Que eso nos baste.
José Saramago
jueves, 22 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
Laberintos I
Soledad,
inabarcable sueño que se mece en las aguas profundas
hasta naufragar en sus redondas aristas.
Mal incurable,
que sólo se deja remontar a veces,
de puro juego que entretiene los días.
Boomerang,
que va y vuelve entre pesadas nieblas,
desiertos estrepitosamente hundidos.
Silencios y gritos,
del mismo cardumen que carcome la balsa,
la barca, que va hacia el mismo e inevitable lugar.
Gusano que crece si no cree que algo pueda detenerlo.
Es origen y es final.
Puro ente teleológico, infinito,
brillante de herrumbre
que sólo acaba cuando todo lo hace.
inabarcable sueño que se mece en las aguas profundas
hasta naufragar en sus redondas aristas.
Mal incurable,
que sólo se deja remontar a veces,
de puro juego que entretiene los días.
Boomerang,
que va y vuelve entre pesadas nieblas,
desiertos estrepitosamente hundidos.
Silencios y gritos,
del mismo cardumen que carcome la balsa,
la barca, que va hacia el mismo e inevitable lugar.
Gusano que crece si no cree que algo pueda detenerlo.
Es origen y es final.
Puro ente teleológico, infinito,
brillante de herrumbre
que sólo acaba cuando todo lo hace.
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